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Los restos del gudari Rubín vuelven a casa

La familia de Tomás Rubín, fallecido en la Guerra Civil, recibe sus restos 85 años después gracias a los trabajos de identificación de los restos de la fosa del cementerio de Begoña.



«Toda la vida sin saber dónde descansaban los restos de mi aita y ahora por fin podemos llevarlos al nicho familiar». Ángel Rubín no llegó a conocer a su padre. Tomás Rubín falleció el 3 de diciembre de 1936 en el hospital militar de Amorebieta, a donde fue trasladado después de resultar herido en los combates de Villareal, en Legutio. Era albañil de profesión y combatió en la Guerra Civil con el batallón nº 6 ANV-1, 'Olabarri'. Sus restos fueron enterrados en el cementerio de Begoña.


Rubín estaba casado con Bernarda Sanz, con quien tuvo tres hijos: Ignacio, Venancio y Ángel. Los pequeños quedaron huérfanos también de madre poco después, por lo que nunca supieron que los restos de su aita descansaban en Begoña, a pesar de ser un caso que estaba documentado.


Ironías de la vida, Ángel se pasó toda la vida cerca de donde descansaban los restos de su aita. Fue trabajador de la acería Etxebarria y jugó a fútbol en el campo de Mallona. Los restos de su aita fueron exhumados el 29 de enero de este año, en el proceso de recuperación de las víctimas de la Guerra Civil en el contexto del proyecto 'Begoñako Argia'. Estuvo presente, junto a otros familiares, ese día y hoy los ha recibido, por fin, tras el cotejo de muestras de ADN y una vez certificada su identidad. Los han trasladado al nicho familiar en el cementerio de Derio. Han tardado 85 años en llegar.

Toda una vida esperando pero las prisas urgen. El acto de entrega ha tenido lugar en la sede del Instituto vasco de la Memoria, Gogora, en la calle María Díaz de Haro de Bilbao. Ha finalizado al filo del mediodía y la familia ha tenido que darse prisa para poder dejar los restos en el nicho familiar. El cementerio cierra a las 14:00 horas. Apenas sin tiempo para asimilarlo todo.


El de Tomás es uno de los 60 cuerpos que Gogora tenía identificados en el cementerio de Begoña. Los trabajos de exhumación comenzaron en diciembre, pero unos meses después, en febrero, se encontró una fosa común con otros 42 cuerpos que no tenían localizada. Es la mayor fosa común de la Guerra Civil que hay en Euskadi.


Cinco cuerpos identificados


De esos 42 cuerpos, hay cinco que ya se han podido identificar gracias a las chapas que llevaban anudadas al cuello o a la muñeca. Estas chapas tenían el número de un registro por el que cobraban la nómina. Ha sido gracias a estas inscripciones que los investigadores de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, a cargo de los trabajos de exhumación, han podido ponerles nombre. Es lo que se conoce como identificación documental. Ahora solamente falta realizar la identificación genética, que se hará con ADN de los familiares.


Los nombres de estos milicianos son Ramón Crespo Ortiz, Fernando La Hera Urrutia, Ángel Pérez Puertas -milicianos del batallón 'Jean Jaures', adscrito a UGT-, Inazio Lopetegi Oliden -gudari del batallón 'San Andrés' de STV- y Lucas Galvete Gainza -del batallón Capitán Casero'-.


Para poder avanzar en la identificación de los otros 37 cuerpos, Gogora tiene contacto con 64 familias, cuyos casos coinciden con el de las víctimas a las que se quiere identificar: combatiente, fallecido en los combates de Artxanda entre el 14 y el 18 de junio de 1937, previo a la caída de Bilbao. En algunos casos hay más indicios documentales que en otros, pero la idea es que el cotejo del ADN permita arrojar respuestas. Los trabajos durarán al menos un año.


De estas 64 familias, 12 ya habían donado su muestra al banco de ADN de Gogora. Las restantes están en proceso de muestra de toma genética para su posterior cotejo. Se estima que los trabajos de identificación concluirán en la primavera del año que viene.


Un centenar de personas de esas 64 familias han estado presentes en el emotivo acto. Ha estado encabezado por la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, que ha subrayado el «compromiso» del Gobierno vasco con las familias de los desaparecidos en la Guerra Civil. «La dignidad de este país también está en las fosas y en los restos de aquellos gudaris y milicianos que lucharon por la libertad y cuyos restos debemos localizar, exhumar e identificar», ha afirmado.


También han estado presentes la directora de Gogora, Aintzane Ezenarro, y una nutrida representación institucional. Lourdes Herrasti, antropóloga de la Aranzadi y Marian Martínez de Pancorbo, catedrática de biología celular y directora del laboratorio Biomics de la UPV/EHU, han explicado los trabajos de identificación y cotejo del ADN. Una tarea ardua pero que es la clave para que los familiares de aquellos fallecidos hace ya 85 años puedan por fin encontrar la paz.


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